SOBRE LAS IGLESIAS DE FONDÓN

 
LAS IGLESIAS DE FONDÓN Y SU TÉRMINO
 
 
   Tras la conquista cristiana, en 1500 se llevó a cabo el bautismo masivo de la población mudéjar de La Alpujarra y la consagración de las mezquitas en templos cristianos para las nuevas parroquias erigidas.  
   Este plan de iglesias parroquiales se manifiesta como el principal elemento en un programa de castellanización de carácter político-religioso, que adopta la técnica mudéjar, de herencia medieval y autóctona, para la construcción de los templos.
   En la Taha-vicaría de Andarax, a la que pertenecía Fondón, las parroquias fueron erigidas bajo la advocación de Santa María de la Encarnación, aunque la mayoría de ellas cambiaron de titular posteriormente al independizarse. Así San Andrés de Fondón fue en un principio, entorno a 1505, una iglesia aneja a Santa María de Codbaa (actual Fuente Victoria) independizándose posteriormente en un momento del siglo XVI, y San Juan de Benecid lo hizo en 1742. 
   Las antiguas mezquitas fueron siendo sustituidas por templos de nueva factura a partir de 1530. Sabemos que la iglesia-mezquita de Fondón debió arruinarse pronto, pues en 1527 y 1528 se decía misa en una casa alquilada a un morisco.   
   Entorno a 1550 se construyeron los templos de Fondón, Fuente Victoria y Benecid, perteneciendo cada una de ellas a los tres tipos de iglesias mudéjares más usuales en la zona, que van desde la sencilla planta de cajón de la iglesia de Benecid, pasando por la nave rectangular con capilla mayor diferenciada de Fuente Victoria, a la estructura más compleja con tres naves separadas por pilares rectangulares y capilla mayor adelantada de la de Fondón. En todas ellas la manifestación más representativa del arte mudéjar fueron las armaduras de madera, y que, rehechas tras los incendios de la rebelión de los moriscos en 1568, fueron sustituidas o cubiertas por bóvedas en siglos posteriores. 
   Centrándonos en San Andrés de Fondón, su aspecto original, y hasta la segunda mitad del siglo XVIII, debía ser muy parecido a la iglesia parroquial de San Juan Evangelista de Paterna del Río, finalizada en 1548: planta basilical dividida en tres naves mediante tres arcos formeros apeados en pilares, con coro alto a los pies, capilla mayor cuadrada diferenciada por arco toral y cabecera recta; aparejo basándose en rafas y cintas de ladrillo combinado con cajones de mampostería o tapial; y un sistema de armaduras compuesto por una de limas rectangular en la nave central, dos de colgadizo para las laterales y otra de limas cuadrada sobre la capilla mayor. Exteriormente, y adosada al templo por un lateral de la cabecera se situaba la torre.  
   Reformas conocidas de este periodo son la restauración tras el incendio de la rebelión de los moriscos entorno a 1575 y en la que trabajaron Juan Alonso, como carpintero, y el albañil Francisco Gutiérrez; la construcción en 1620 de una capilla para el Cristo en un lateral de la capilla mayor, y que es la actual del Beato Cecilio López; y obras importantes de mantenimiento en 1662. Todas ellas no modificaron esencialmente su aspecto.  
   En cuanto a sus ornatos no hay constancia de retablos y púlpito hasta los primeros años del siglo XVIII. Fueron, lógicamente, miembros de las familias oligárquicas como los Del Moral, Moya, Godoy, Ramírez, Campos, Yanguas, Casanova,… las que contribuyeron al embellecimiento del templo y de sus capillas e imágenes.  
   Fue  a partir de 1760 cuando se empezaron a acometer las transformaciones que le han dado al templo su aspecto actual. La primera fue la construcción del camarín del Cristo de la Luz en la cabecera del edificio modificando el sentido espacial, muy al gusto barroco, y en el que destacan las pinturas de su falsa cúpula, del importante pintor granadino Diego Sánchez Sarabia, y su tipología de “torre”, de escasos ejemplos en Andalucía Oriental.  
   La segunda gran transformación en la última década del siglo XVIII fue la ocultación de sus armaduras por bóvedas barrocas de yeso y cañizo. El arranque de las bóvedas, tanto en la nave central como en las laterales, se marca con una molduración de estuco con perfil de entablamento, que rodea todo el perímetro del templo, excepto en la capilla mayor, y sobre la que se articulan arcos fajones y lunetos. Los tres arcos formeros tuvieron que rebajarse, y se decoraron con una estrecha serie de molduras de estuco y un pequeño resalte en la clave, y sus pilares, con molduras que tratan de imitar al orden toscano. El último arco formero lo ocupó un amplio coro alto con dos tribunas, sobre un arco carpanel, decorados con estuco con motivos geométricos. En la tribuna del lado del evangelio se colocó en 1796 el órgano, obra de Tomás Pavón. La capilla mayor se cubrió con una bóveda vaída, decorada con molduras pareadas de estuco dispuestas de forma radial a partir de una estrella central.  
   La tercera transformación es la que ha dado al templo mayor personalidad. A finales también del XVIII se elevó un cuerpo la torre porque no se oían bien las campanas en todo el pueblo y su vega. El resultado fue una torre alta y esbelta que recuerda a las de Andalucía occidental, aunque sin ornamentación de cerámica vidriada. Sus distintos cuerpos se van retranqueando al ganar en altura, y destacan el cuerpo de sobrecampanas, de planta octogonal con pilastras toscanas que flanquean los vanos, y el chapitel de aguja piramidal que se recubre con escamas de pizarra.  
En la Guerra Civil se destruyó la mayor parte de su patrimonio histórico-artístico: Imágenes, retablos, cuadros, orfebrería,… Se conserva parte del órgano, el retablo de la Virgen de los Dolores, alguna pieza de orfebrería, y su archivo parroquial.  
   No debemos terminar sin destacar algunos aspectos muy importantes de otros edificios religiosos del término de Fondón. La iglesia de la Encarnación de Fuente Victoria se muestra como un ejemplo excepcional para conocer los distintos estilos de nuestra arquitectura religiosa, ya que, aunque con soluciones modestas, encontramos manifestaciones del mudéjar, gótico, renacimiento y barroco. Tampoco habría que dejar de ver los camarines barrocos del siglo XVIII de la ermita de la Virgen de las Angustias, y sobre todo, de la iglesia de San Juan de Benecid, tanto por sus pinturas como por su decoración de esgrafiado de formas geométricas y alguna figurativa en su fachada a la plaza.

 

      Joaquín Gaona Villegas.

       Fondón, Abril de 2000.

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