Una de historia ecológica

 
 

CAMBIO MEDIOAMBIENTAL

Y

CAMBIO DE MENTALIDADES

 

 

Claramente en Madoz se describe una deforestación general de la provincia de Almería. Contrastando esta fuente con otras de la época podemos comprobar que no se exagera: por ejemplo, la descripción que Charles Didier hace en 1836 en su viaje por La Alpujarra, abunda en términos como “ni un bosque, ni una pradera”, “aridez total”, “estéril”, “horriblemente desnuda”, aplicados a la Sierra de Gádor. Las causas que el suizo añade son las mismas que la mayoría de los informantes de Madoz: la explotación minera terminaba no sólo con la madera, sino también con las zarzas y las hierbas, ya que “sirven a este uso y bastan a la fusión del alcohol y del alquifol”.

Menos de un siglo antes la situación era bastante diferente, según el catastro de Ensenada. La presión ejercida sobre la masa forestal, que empezaba a ser importante por el crecimiento demográfico, hizo que se produjeran numerosas rozas, probablemente de dominio público, para cultivos, privatizándose, pero ni mucho menos, pensamos, como la que luego sufrió el monte por la minería en general y las fundiciones mineras, en particular.

En todo este proceso nos sorprende el cambio de mentalidad que se produce en la sociedad y en los concejos, prácticamente en la misma generación.

 Anteriormente al “boom” minero, los concejos, y los ciudadanos en general, mostraban gran preocupación por la conservación del monte, preocupación que arranca en nuestra zona al menos desde la repoblación filipina, cuando los nuevos pobladores tenían problemas incluso con la limpia de acequias y ribazos en sus haciendas, e incluso en el siglo XVIII, había que pedir permiso para cortar un árbol, o justificar la causa de la desaparición o caída de otro, y se pedía a los pastores que denunciasen a los incendiarios. Abundando en lo mismo,  los nuevos concejos en el mismísimo siglo XIX, entre las normas de los Edictos de Buen Gobierno que dictaban al comenzar su legislatura, estaban las de conservación del monte, la obligación de plantar tres árboles por cada uno cortado, y la de plantar junto a los caminos para prevenir la erosión.

Veamos casos concretos. Según el Catastro de Ensenada, en Fondón había casi 16.000 encinas. En 1837 el concejo subasta por 4112 reales casi 1.000 pies de encinas. La justificación era la equipación y armamento de la Milicia Nacional. Era una necesidad financiera relacionada, probablemente con el problema carlista. Pero sin duda la presión de los propietarios y fundidores mineros tuvo algo que ver en esta decisión del concejo para recaudar dinero, olvidando la tradicional preocupación “conservacionista”: la subasta se remató a Francisco Antonio Godoy Peralta, el principal propietario del momento.

Otro ejemplo en el cambio de mentalidad lo tenemos con el agua necesaria para la explotación minera. En 1725 y 1726 el concejo de Fondón pleitea contra Juan y Marcos Pérez, por abandonar la Casa Real de Las Plomeras y desplazarse al Barranco Dornajuelo “estropeando sus fuentes y haciendo charcas para lavar tierras, enturbiándola y poniendo en peligro ganados, árboles y abasto humano, además de ser poca su agua”. La minería era todavía una actividad minoritaria, y había que preservar, no sólo la salud, sino la escasez de agua (estas fuentes eran las que abastecían los dos aljibes del pueblo y a la Acequia del Lugar) y los intereses económicos: agricultura y ganadería. Con el cambio de interés económico, en 1847 Francisco Godoy Calvo, otro importante fundidor y propietario minero compra por 2000 reales 40 pares de mulos de agua de las fuentes de la Acequia del Lugar, para los vaciaderos de sus minas.

Este cambio en los intereses económicos quizás explique también la negativa de los regidores de Laujar, enfrentándose a los alcaldes, a talar el encinar de este concejo en Sierra Nevada, en 1782. Su disparidad de opiniones probablemente estuviera en sus bases económicas.

Si los regidores laujareños pudieron salvar el encinar, probablemente fue por su lejanía al centro minero de Sierra de Gádor. No ocurrió lo mismo con los bosques de este macizo: en 1800 se contrata la producción de 30.000 @ de carbón para las Reales Fábricas del Presidio.

 

La profundización en las fuentes base para estas notas, actas capitulares y protocolos notariales, puede permitir un mejor conocimiento en el cambio de nuestro entorno medioambiental y del cambio de mentalidad a causa de nuevas actividades económicas.

 

Joaquín Gaona Villegas

15 de julio de 2003

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