De la carretera nueva

 
 

CON MOTIVO DE LA NUEVA CARRETERA

 

 

Tradicionalmente las comunicaciones en nuestra comarca han sido dificilísimas. El relieve montañoso ha hecho que, todavía en la actualidad, La Alpujarra sea sinónimo de aislamiento, tópico que, poco a poco, y gracias a obras como la de la nueva carretera va desapareciendo. Polémicas a parte sobre la idoneidad de su ejecución y trazado, una mejora en las comunicaciones suele llevar aparejado ilusiones y esperanzas de una mejora en la economía y en la calidad de vida de los vecinos. Y así nos lo dice la Historia.

Hasta el siglo XVIII el cauce del río Andarax era la arteria principal de comunicación entre las poblaciones de su valle. A ella afluían pequeñas veredas y complicados caminos que presentaban interminables cuestas en muy mal estado que permitían mantener precarias relaciones comerciales entre los pueblos. El tráfico interior se adaptaba a esta situación de parvedad, pero sin duda, sufría estrangulamientos que mermaban las posibilidades de crecimiento de la zona. Las necesarias inversiones para rehacer caminos y construir obras de fábrica debían venir necesariamente de las administraciones locales, bien por ingresos de propios, bien por jornales que echaban los vecinos,  ya que el estado poco o nada invertía en obras públicas. Apenas existían unos pequeños puentes para salvar el río o las ramblas más importantes.

De esta manera se puede pensar que los viajes eran escasos. Pero no era así: las idas y venidas de comerciantes y vecinos desde y hacia Ugíjar, Berja, Adra, Almería Granada, e incluso Madrid no eran del todo extrañas. Incluso hemos documentado la peregrinación a Roma de fondoneros a comienzos de 1700.

Ya en las últimas décadas del siglo XVIII, toda la comarca de la Alpujarra comenzaría a notar los efectos de una actividad económica en claro crecimiento: los beneficios de las minas de plomo de la zona y la implantación de fundiciones del citado metal. El cambio de siglo centraría gran parte de esa actividad en los establecimientos reales de Presidio -actual Fuente Victoria- y Alcora -junto a Canjáyar- haciendo necesaria la habilitación de caminos carreteros para canalizar los flujos exportadores y reducir los costes de transporte.

Nace así una vía alternativa al camino tradicional junto a la rambla. Esta vía serpenteaba por las estribaciones norte de la sierra de Gádor desde Fondón, por el antiguo camino real de Bogaraya, hasta Instinción, y obviaba el paso por Padules, Almócita, Beires o Canjáyar.

Esta ruta minera contaba con pequeños puentes como el de la rambla de Cacín, que todavía existe,  o  el de la rambla de Juan Campos, construido en 1805, destruido por la “nube” de Santa Rosa de 1871, y cuyos arranques podemos ver todavía junto al que se construyó en 1889.

La Diputación Provincial, creada en 1833, crea una jefatura provincial de obras públicas y caminos vecinales. A partir de 1860, la Diputación inicia estudios de construcción de un camino provincial que desde Fondón a Gádor, pusiera en comunicación a todos los pueblos del río y facilitara los intercambios de personas y mercancías. El propio ministerio de Fomento, contempla en los planes de carreteras aprobados en 1860 y 1864 la construcción de una carretera de tercer orden que siga este trazado más favorecedor para todos los pueblos del valle. No obstante, hasta final del siglo XIX, esta vía seguirá contemplada en los planes provinciales con la denominación de carretera de Alhama a Laujar, por Íllar y Fondón, estando catalogada por la jefatura de obras y camino vecinales de provincia como la "segunda en importancia de toda la provincia". Las obras comenzaron en 1872 hacia Laujar, y se terminaron en 1889, pero hacia Canjáyar no comenzarían hasta 1903, para terminarse con el Puente del Vao en 1931.

Las características de estas carreteras de macadán que, a pesar de su nombre, no pasaban de ser simples caminos bacheados y polvorientos, estaban aún lejos del moderno concepto de asfalto. La técnica básicamente consistía en la realización de camino alineado, con el firme comprimido mecánicamente en dos capas de piedra gruesa, con la superposición de capa fina de grava, llamada recebo. El asfalto no llegaría hasta los años 60. Y  ahora, en 2003, un nuevo trazado más rápido y seguro.

 

 

 

 

 

Joaquín Gaona Villegas

1 de agosto de 2003

Publicado en el programa de fiestas de Fondón del año 2003 

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